martes, 21 de mayo de 2013

El dia que se cayo la torre.

El día que se cayó la torre de la iglesia de Santa Catarina de Alejandría

     Recuerdo muy bien, era un 15 de diciembre del año de 1976, había transcurrido el día de manera normal, de manera tranquila, como solían ser cualquier lunes en Rioverde. Pero la cosa cambió a las cinco de la tarde con diez minutos.

     Ese día yo me encontraba trabajando, ya en la tarde fui al taller a platicar con mi compadre Pedro, cuando de repente nos llegó un clamor en la calle. Salimos al zaguán y vimos cómo la gente andaba corriendo de un lado para otro y se les miraba el rostro desencajado, gritando que la torre de la iglesia se había caído.

     Como estábamos cerca del centro –a unas 7 cuadras aproximadamente– mi compadre y yo nos subimos en una camioneta y salimos hacia el centro inmediatamente. Recuerdo que en la esquina de las calles de Gallardo y Madero me encontré a mi esposa junto con mis tres hijos de cinco, tres y un año, respectivamente. Le pregunté que a dónde iba, a lo cual me respondió que también iba a ver qué era lo que había pasado, o cual era la situación, pues ya se había corrido la voz del tan lamentable acontecimiento, y más que correrse el chisme, la mayoría de los rioverdenses habíamos sido testigos del enorme ruido que se produjo con el derrumbe de la torre principal. Yo sólo atiné a decirle que se fuera con mucho cuidado y que no soltara a los niños.

     Seguí junto con mi compadre Pedro en la camioneta y llegamos a la plaza, la circulación ya era muy lenta pues ya había ahí un mar de gente, nosotros sólo alcanzamos a pasar viendo hacia donde estaba la iglesia, sentí un dolor muy grande en el pecho, faltaba algo, la imagen no estaba completa, muchas preguntas sin respuesta inmediatamente me llegaron a la mente, pero el ruido era tan grande que no daba oportunidad de pensar, era algo totalmente inesperado o que uno no se imagina que vaya a pasar, estábamos en shock.

     Inmediatamente la gente empezó a organizarse, empezaron a llegar unidades para remover la tierra y llevársela. ­– ¿Serán muchos los muertos? – era la pregunta en el ambiente, la que todos nos hacíamos. Finalmente –y muy lamentablemente– fue uno solamente, un niño.

     Historias o anécdotas hay muchas, algunas de las que se cuentan es que una señora se encontraba en una ferretera ubicada frente a la plazoleta, esta señora estaba viendo directamente hacia la iglesia y le tocó ver el momento exacto en que la torre principal se derrumbó, a la señora se le nubló la vista y el suelo se le movía, casi se desvaneció de la impresión que le había causado presenciar la caída. Otra anécdota que circula y que la gente comenta, es que el Sacristán en aquellos tiempos era un señor llamado Darío, y dicen que para saber la hora exacta de la caída, el Sacristán anduvo entre los escombros, hasta lograr encontrar el reloj de la torre para ver a qué hora se había detenido, pero cuál fue su sorpresa al ver que el reloj seguía trabajando, nunca se detuvo. También hay muchas historias de personas que acostumbraban ver desde lejos el reloj, para saber la hora, y muchas de ellas se sorprendieron mucho aquel 15 de diciembre, cuando pasadas las cinco de la tarde quisieron consultar la hora, y al asomarse ya no estaba ahí el reloj… Nada más imagínese usted ¿qué sentiría si todos los días se asoma para verlo y de pronto ya no está? Así nada más, sin explicación alguna… Usted también miraría dos veces para estar seguro de lo que uno está viendo es cierto.

     Lo que yo vi ese día fue un pueblo que ante la tragedia no vio colores ni credos, y no escatimó ni en el dinero ni en lo físico, y todos unidos juntaron sus brazos para ayudar. La torre se volvió a construir y la vida siguió, pero nos quedó el recuerdo de aquel tan impactante día, en que un día el pueblo se unió para ayudar ante un suceso que nos sacudió a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario