domingo, 27 de julio de 2014

Hacienda El Jabali

La Lic. Elena Rodriguez de la Tejera nos compartió Un ensayo sobre la Historia de la Hacienda de El Jabalí, trabajo interesante; a continuación:

 HISTORIA DE LA HACIENDA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DEL JABALI

Ensayo

     A fines del S. XVI los vecinos de Querétaro estaban interesados en las tierras del Rio Verde por la abundancia de agua y la fertilidad que las hacia idóneas para grandes sementeras y cría de ganado mayor. El primer español en entrar a estas tierras fue Fray Juan de San Miguel hacia 1543 o 1544 y posteriormente había llegado Fray Bernardo Coussin.
     A partir del siglo XVII, el desarrollo y el rápido crecimiento de las estancias, permitió el nacimiento de las siete haciendas principales en la cuenca del Rio Verde, al sur El Jabalí, y Santa Teresa; al oriente, El Potrero (La Boquilla); al norte Diego Ruiz y Angostura, y al poniente, San Diego y Ojo de Agua de Solano.
     Hacia 1592 llegaron a la región por el rumbo de San Luis algunos españoles, entre ellos Gabriel Ortiz de Fuenmayor al mando del Capitán Miguel Caldera y al año de 1597 entraron gentes del rumbo de Querétaro atraídos por la fertilidad de sus tierras. Para entonces ya hacía tiempo que algunos ganaderos queretanos habían ido penetrando en este territorio.
     Para 1597, en las inmediaciones de la laguna La Vieja, los ganaderos de Querétaro establecieron las primeras estancias ganaderas y entre ellos se asienta el primer español en este Valle Pedro de Sifuentes, ubico una estancia cerca de la laguna La Vieja (y que hay quienes creen que es La Media Luna) que hacia el año 1600 contaba con más de 3,000 cabras, 1,300 vacas y 200 yeguas con, algunas mulas y esta estancia que se llamó de Nuestra Señora del rosario, que después habría de ser el núcleo de la Hacienda de El Jabalí.
     Dice D. Eugenio Verastegui que en 1601 el Virrey D. Luis de Velasco, concedió al Lic. Vasco López de Rivero terreno para una estancia de ganado mayor, como 10,000 has. Cerca de la Laguna La Vieja, entre otros agraciados, Alonso Méndez, Cristóbal de solana (Ojo de Agua de Solano) y Luis de Cárdenas, (Ojo no sé si forme parte de El Jabalí).
      En ese tiempo los estancieros fueron poco a poco acaparando tierras y ranchos, creando posteriormente grandes haciendas formadas por enormes posesiones de tierra.
     En 1607 fray Juan de Cárdenas y Fray Juan Bautista de Mollinedo incursionaron en el Rio Verde poblado entonces por indios pames.
     En 1730, El Capitán D. Bernardo Lasso de la Vega y Ponce de León, compro la estancia de Nuestra Señora del Rosario y poco a poco las propiedades colindantes, formando con ella la Hacienda que posteriormente se llamaría El Jabalí que contenía en su perímetro el manantial de la Media Luna, cuyas aguas no eran utilizadas por el dueño anterior, y D. Bernardo introdujo con gran éxito una plantación de Caña de Azúcar, por lo que si empezó a utilizar dichas aguas.
     En 1732 la Hacienda del Jabalí abrió dos acequias que parten de la Media Luna, para regar las tierras que poseían al sur del manantial. Estas aguas fueron siempre disputa entre los dueños del El Jabalí, la Villa del Dulce Nombre de Jesús y el Pueblo de Santa Catarina virgen y Mártir del Rio Verde, disputa que duraría hasta bien entrado el S. XX.
     Los diferentes propietarios de el Jabalí fueron grandes ganaderos, comerciantes, mineros y capitanes de las milicias de la frontera chichimeca, y estuvieron muy relacionados con el Alcalde Mayor de San Luis Potosí y con los altos funcionarios de la Ciudad de México.
     Según información disponible en el Archivo Histórico del estado de San Luis Potosí se pueden llegar a entender los conflictos por tierras entre dos importantes haciendas del S. XVIII, una de ellas; El Jabalí (la otra Ojo de Agua de Solano), en la cual Bernardo Lazo de la Vega quien fuera dueño durante los años de 1771-1780, en su testamento del 5 de Agosto de 1780 hace constar los anexos de dicha hacienda: San Juan de Obrajero, Plazuela, Riachuelo, San José del Tapanco, Sta. Rosa y Vielma.
     A mediados del S. XVIII el propietario de la Hacienda, inició el cultivo de Caña de Azúcar, y para regar sus cañaverales excavo dos canales que derivaban agua de la Media Luna, lo cual paulatinamente fue creando problemas que duraron varas decenas de años.
     Para 1800, había haciendas tan grandes, como Cárdenas y El Jabalí, que contenían poblaciones casi iguales a las que habitaban en localidades tan importantes como la cabecera de partido, y que incluso superaban a la villa de españoles del Dulce Nombre de Jesús.
     Una parte de la casa fue construida por D. Bernardo y agrandada después de su muerte por su hija única Da. Ana Lasso de la Vega y Ponce de León, quien también construyo la capilla de la misma, y que por la inscripción sobre la puerta de la misma, parece que se terminó en el año del Señor de 1810. Da. Ana casada con el Capt. D. tomas Ramiro de Navarro, con quien tuvo a sus hijos Pedro tomas y Francisco Bernardo, caso en segundas nupcias con el Coronel D. miguel de Ormaechea, con quien tuvo 3 hijos.
     En enero de 1812 un numeroso contingente de insurgentes, asalto Rioverde. Las compañías de voluntarios encabezadas por Bengoa les hicieron frente pero fueron estrepitosamente derrotadas el 16 de febrero. El comandante quedo mal herido, sus hombres dispersos, y la familia del capitán Miguel Ormaechea fue vejada en la hacienda de Jabalí. Un destacamento realista de San Luis Potosí recupero el control del pueblo el día 23.
     Cuando se inicia la guerra de independencia, Herrera saqueo y quemo la Hacienda que quedo en la más espantosa miseria. Posteriormente, como debía dinero a varias cofradías tuvo que entregar la hacienda de El Jabalí.
     Da. Ana murió en 1832 y en 1836, paso la hacienda de manos de los descendientes de Don Bernardo y de los Navarro, pues los acreedores la vendieron al Gral. Vital Fernández, que había peleado en la guerra de independencia, y fue gobernador de Tamaulipas, este general puso la Hacienda en manos de su administrador D. José María verastegui y Ochoa de Ysusi a quien posteriormente se la vendió en $80 pesos fiada!!!
     Decía la srita. Inés Verastegui que las cofradías en rioverde prosperaron tanto para 1853, que casi todo el pueblo les pertenecía. Sus términos eran inexorables y estaban tan bien protegidas, que de esa manera se pierden varias haciendas, entre ellas la de Angostura, El Jabalí, El Tapanco, Ojo de Agua de Solano y muchas más. Al parecer el Jabalí quedo en manos de los Juaninos.
     D. José María se casó con Da. Inés de la Concepción Navarro y Arcos, hija de D. francisco Navarro y Lasso de la vega, la propiedad regreso a la familia de D. Bernardo, ya que al morir Don José María en 1873, quedo la hacienda en manos de Doña Inés que tenía raros dotes para administrar y escoger gentes inteligentes y capaces para los distintos cargos a los que los destinaba.
     Los hijos de Don José María y Doña Inés fueron: Jacobo, Gonzalo, Juan francisco y Franco Félix. Este último les compro a sus hermanos y a Doña Inés la parte que les correspondía y se quedó con ella, le hizo grandes mejoras tanto a la casa como a la propiedad en general.
     Este señor Franco Verastegui, fue el que con su entusiasmo y dinero consiguió que se hiciera el ramal del ferrocarril desde San Bartolo a Rio Verde. Así el Jabalí le cabe el orgullo de que uno de sus hijos haya sido el benefactor de Rio Verde.
     Igual que todas las haciendas, sufrió un proceso de fraccionamiento en el cual en 1834 se desprendió de ella la fracción de San José del Tapanco por asuntos de herencia, constituyéndose esta en una hacienda independiente.
     Para el 18 de agosto de 1843, don Pedro Navarro, hijo de D. José Tomas Navarro y de Da. Francisca del Castillo en su testamento declara que la hacienda el Jabalí le reconoce un capital de dos mil pesos, con el redito de un cinco por ciento anual y se vence en Marzo de cada año, y que dicho redito se ha recibido; según consta en los libros y escrituras de la hacienda de Plazuela, y que nombra a su esposa Da. Gertrudis castro tutora y curadora ad litem y ad bonam de sus hijos nacidos María Fermina, Paulo Juana, Francisca, Ramona y uno por nacer, a cuyo favor dispone que si fuere hombre fuese mejorado en su herencia con los esos dos mil pesos que reconoce en la hacienda del Jabalí.
     En 1847, la rebelión de Eleuterio Quiroz, llego a Rioverde, donde el ejército remunerador de la Libertad y de la Independencia Nacional a su mando y para 1849 sus rebeldes tomaron y saquearon Rioverde, yendo luego a tomar la hacienda de El Jabalí ubicada a 15 kilómetros de aquel pueblo a la que convirtieron temporalmente en su centro de operaciones; los rebeldes, de la hacienda del Jabalí pasaron a asaltar la de San diego.
     En 1870 era muy extensa porque ocupaba la mayor parte de los terrenos cultivables del sur de Rioverde y además se extendía sobre una porción considerable de las Sierras de la Lagrima, La Campana y El Jabalí, es decir, se extendía sobre la parte más ancha de las tierras entre el Rio Verde y las estribaciones de la Sierra Gorda, además controlaba las aguas de la Media Luna.
     En 1890, la entonces propietaria de la Hacienda, Inés Navarro viuda de Verastegui, pretendía desecar parte del manantial de la Media Luna con el fin de incrementar sus tierras de cultivo, lo que lleva a modificar el arreglo sobre el agua de 1791 y siendo causa de otro más de los innumerables problemas sobre las aguas de la laguna.
      Cabe decir que para estos últimos años del S. XIX Inés Navarro estableció en la Hacienda uno de los ingenios más modernos de la zona de Rioverde, es muy posible que esto tuviera relación con el afán que tenia de aumentar las tierras de cultivo de la hacienda por medio de la desecación de una parte de la superficie cubierta las aguas del manantial.
     El Jabalí llegó a ser base de la economía de la región para 1859, a causa de las plantaciones de caña.
     Pudiéramos decir que El Jabalí y San Diego se desprendieron la mayoría de las haciendas del sur de Rioverde a principios del S. XX
     José María Verastegui murió en 1874, y la hacienda paso a manos de Inés, que tenía 46 años al quedar viuda, y tuvo que administrar casi sola su hacienda con mano dura, era una “reyezuela” según sus trabajadores, además de “bruja”.
     Esta mitología que se formó en su entorno por ser una mujer fuerte, que rompía con el prototipo de la sumisa y débil mujer porfiriana del siglo XIX. Inés tuvo que endurecer su carácter, porque sus trabajadores no estaban acostumbrados a recibir órdenes de una mujer, debió ser muy difícil para ellos cumplirlas, porque además de ser mujer, porque además de ser mujer, tuvo que ser dura para ser obedecida. La verdad es que Inés administro su hacienda, esta no quebró, sino que siguió produciendo. Su hijo Franco finalmente seria quien perdería la hacienda años después, al venderla a Pablo Escandón.
     Hay que destacar que durante el S. XIX los propietarios de algunas haciendas construyeron obras que les permitieron captar las aguas torrenciales que bajan de las sierras de Álvarez, Gorda, de la Noria y las pequeñas elevaciones de San Francisco entre estas haciendas, las más relevantes son las de El Jabalí, y San diego. No ha sido posible identificar el momento en que se construyó la presa del Jabalí, también llamada Laguna de los Patos. Pero ya aparece en un plano de la hacienda elaborado en 1881.
     Se siguen suscitando conflictos con motivo de las aguas de la Media Luna, Franco Verastegui y el Ayuntamiento de Rioverde protagonizaron otro, pues el Ayuntamiento no edifico el acueducto que llevaría el agua a Rioverde como había quedado estipulado en el contrato de 1895.
     Para 1901 trabajaba un ingenio de piloncillo y fábrica de alcohol. Contaba con presa, tanque, noria, pozo, manantial y acueducto, casa habitación, trojes, capilla escuela y huerta.
     En 1906 Franco Verastegui en cuyo poder quedo la Hacienda de El Jabalí, la vendió a Pablo Escandón y Barrón, integrante de una elite morelense porfiriana.
     Esta hacienda fue intervenida por tropas carrancistas en 1916, por ser propiedad del huertista Pablo Escandón y Barrón, quien fomentaba abiertamente la subversión con armas y dinero. El gobernador Federico Chapoy ordeno se sacaran de El Jabalí entre siete y ocho mil hectolitros de maíz para poder abastecer la entidad.
     Para 1917, a Juan Barragán Rodríguez, se le había ofrecido la compra de algunas haciendas de la zona, a muy bajo precio, entre ellas la del Jabalí, que había sido muy prospera en el porfiriato, cuyo dueño, hasta 1818 estaba en dificultades por haber sido huertista. En este año, Sidronio Méndez, a la sazón general carrancista, antes cedillista, quiso tomar a partido la hacienda de Jabalí, ofreciendo al apoderado del dueño de ella una participación en las utilidades quien por razones desconocidas no acepto la oferta.
     Como síntoma de la crisis que atravesaron algunas haciendas entre 1914 y 1920 fue el intento de explotación minera en algunas de ellas, para dedicarse a la búsqueda de oro, plata, estaño, cobre, por ejemplo en el Jabalí entre 1916 y 1917 hay algunos permisos para trabajarla de esta forma. (Ignoro se hizo o no).
     Hacia 1920 la hacienda del Jabalí contaba con 45 mil 249 hectáreas y era la más grande del sur de Rioverde.
     Durante los tres primeros años de la década de 1920 no se repartieron tierras, por las ideas del gobernador Rafael Nieto con respecto a la cuestión agraria, estas se acercaban mucho a las del presidente Álvaro Obregón. Para Nieto la reforma agraria consistía en fraccionar las grandes propiedades con el fin de crear una clase media de pequeños propietarios, estos planteamientos fueron  plasmados en la ley agraria estatal de julio de 1921, en la misma ley se exceptuaba de la obligación de segmentar a los propietarios de fincas que necesitaran de una superficie mayor para el sostenimiento de un industria. Pablo Escandón y Barrón, propietario de la hacienda de El Jabalí, apelando a dicha ley, obtuvo la exención para fraccionar los terrenos con fecha del 7 de octubre de 1922, que lo exceptuaba de dividir 7,800 hectáreas en vista de que formaba parte de una unidad industrial que producía azúcar y algodón.
     Para junio de 1922 el Gral. Saturnino Cedillo escribe una carta al Sr. Presidente Plutarco Elías Calles, en donde le explica que los vecinos de El Refugio habían solicitado una dotación de Ejidos, mediante trámites legales para afectar las Haciendas de El Jabalí y San Diego, quienes en represalia les habían quitado las tierras que cultivaban desde hacía tiempo, para lo cual les indico que siguieran sembrando las tierras y siguieran entregando la parte de cosecha que tenían asignada, explicando que se había tomado esas atribuciones por las necesidades del momento, suplicándole interponga su influencia ante la Secretaria de Agricultura y Fomento para que todo se pueda arreglar. De inmediato responde el Sr. Presidente que las medidas fueron muy acertadas y de toda justicia las instrucciones que dio para zanjar esas dificultades y que se dirigirá al Sr. Srio. De Agricultura para que de inmediato se haga llegar la dotación de esos ejidos.
     Entre diciembre de 1923 y 1924, las resoluciones provisionales afectaron a las haciendas de El Jabalí, San Diego y cieneguillas, pero sobre todo a la primera. Así comenzaron  a resolverse de manera positiva algunas de las solicitudes formuladas desde 1921, entre ellas las de El Pescadito, La Loma y El Aguacate, poblados ubicados dentro de los confines de la propiedad de El Jabalí.
     El propietario de la hacienda, Pablo Escandón, interpuso el recurso de amparo en todos los casos, cuestionando principalmente la categoría política de los poblados. Estos fueron declarados rancherías en las constancias expedidas por el gobernador del estado Rafael Nieto con el fin de satisfacer el requisito de la categoría política que exigía el artículo 1º. Del Reglamento agrario de abril de 1922 para tener derecho a dotación.
     De acuerdo con Escandón los poblados solicitantes no debían catalogarse como rancherías puesto que las casas que formaban parte de los mismos habían sido construidas con el fin de albergar a los trabajadores de la hacienda con recursos aportados por la propia hacienda, o sea el mismo.
     Sin embargo, los criterios para establecerla no eran claros y, resulto un elemento que se podía ajustar a las conveniencias de los gobernadores en turno, ya que en 1923 el gobernador Lorenzo Nieto no concedió a El Capulín la dotación de tierras.
     Posteriormente Aurelio Manrique y las autoridades agrarias locales pretendían socavar los recursos de las haciendas más productivas de Rioverde, sin embargo resalto el especial encono hacia la hacienda de el Jabalí. En los años de gobierno manriquista, este gobernador si entrego la dotación a El Capulín.
     Después de esta hubo dos resoluciones más del gobierno del estado, algo totalmente irregular que puede explicarse solo en razón de la coyuntura de intensa pugna entre aquellos que consideraban que el desmembramiento de la hacienda de El Jabalí era un buen ejemplo de la destrucción de las grandes propiedades en la zona.
     El Jabalí sufrió un menoscabo más de sus tierras de riego a raíz de la resolución expedida por Aurelio Manrique en febrero de 1925 con el fin de dotar al poblado del casco de la hacienda, que en este caso solicitaron el administrador y algunos de los empleados de confianza del propietario. Esas tierras se regaban con aguas de la presa del mismo nombre, con lo cual se afectó casi la totalidad de la superficie de la propiedad beneficiada con el líquido que se almacenaba en ese vaso; de hecho con esta dotación las tierras de regadío de la hacienda quedaron reducida a una pequeña porción que recibía agua del manantial de la media luna y un mínimo porcentaje de la superficie beneficiada con la presa de El Jabalí.
     La hacienda de El Jabalí quedo así prácticamente desmantelada durante los años de gobierno de Aurelio Manrique. Sin sus tierras de riego y con varios juicios de amparo entablados simultáneamente por diversas razones, como las varias dotaciones ya realizadas, Escandón opto por desinstalar el ingenio y alambique que hasta entonces habían funcionado en su propiedad. Por si fuera poco, las deudas al erario del estado se comenzaron a acumular y terminaron por causar el embargo de varios de los predios de la hacienda, lo que condujo a la promoción de nuevos juicios de amparo. Pablo Escandón murió en 1926 y su hijo termino por desistirse de todos los juicios que habían promovido ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La hacienda quedo abandonada, casi exclusivamente con sus tierras de peor calidad y solo algunas pequeñas fracciones de tierras de riego fueron afectadas en los años siguientes sin que se opusieran ya resistencia.
     Por instrucciones de la Secretaria de Recursos Hidráulicos, en 1977 se revocaba el acuerdo presidencial de Lázaro Cárdenas de 1936 que declaraba que las aguas de la Media Luna eran de propiedad privada y que el entonces Srio. De Agricultura, Saturnino Cedillo había promovido para cumplir las promesas que hizo a Rioverde.
     El Jabalí: por el norte se hallan los cerros Veteado y de Angostura: al sur se ubica el Cerro de la Campana y la Sierra de la Lagrima, que son derivaciones de la Sierra Gorda; y por el este el límite es el Cordón de San Francisco y la Boquilla, que consiste en pequeñas serranías.
      En la actualidad la casa habitación fue adaptada para ser utilizada como iglesia, y el trapiche, construcción de 1886 es compartido por varias familias, las cuales tienen establecida su casa habitación utilizando parte de la construcción, incluyendo el chacuaco que actualmente es utilizado como cocina por una de estas familias. Todavía se conservan algunos restos de los chiqueros que al igual que el trapiche. También se puede observar atrás de la iglesia (la casa principal de la hacienda) restos de la troje, así como las dos puertas de entrada a la hacienda la cuales se encuentran en los extremos del centro del poblado.
     En el centro de la plaza se encuentra a manera de monumento la maquinaria del molino de San Isidro que fue adquirido en el año de 1936 por los ejidatarios de El Jabalí.

                                                          Lic. Elena Rodríguez de la Tejera.

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