HISTORIA DE LA HACIENDA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DEL JABALI
Ensayo
A fines del S.
XVI los vecinos de Querétaro estaban interesados en las tierras del Rio Verde
por la abundancia de agua y la fertilidad que las hacia idóneas para grandes
sementeras y cría de ganado mayor. El primer español en entrar a estas tierras
fue Fray Juan de San Miguel hacia 1543 o 1544 y posteriormente había llegado
Fray Bernardo Coussin.
A partir del
siglo XVII, el desarrollo y el rápido crecimiento de las estancias, permitió el
nacimiento de las siete haciendas principales en la cuenca del Rio Verde, al
sur El Jabalí, y Santa Teresa; al oriente, El Potrero (La Boquilla); al norte
Diego Ruiz y Angostura, y al poniente, San Diego y Ojo de Agua de Solano.
Hacia 1592
llegaron a la región por el rumbo de San Luis algunos españoles, entre ellos
Gabriel Ortiz de Fuenmayor al mando del Capitán Miguel Caldera y al año de 1597
entraron gentes del rumbo de Querétaro atraídos por la fertilidad de sus
tierras. Para entonces ya hacía tiempo que algunos ganaderos queretanos habían
ido penetrando en este territorio.
Para 1597, en las
inmediaciones de la laguna La Vieja, los ganaderos de Querétaro establecieron
las primeras estancias ganaderas y entre ellos se asienta el primer español en
este Valle Pedro de Sifuentes, ubico una estancia cerca de la laguna La Vieja
(y que hay quienes creen que es La Media Luna) que hacia el año 1600 contaba
con más de 3,000 cabras, 1,300 vacas y 200 yeguas con, algunas mulas y esta
estancia que se llamó de Nuestra Señora del rosario, que después habría de ser
el núcleo de la Hacienda de El Jabalí.
Dice D. Eugenio
Verastegui que en 1601 el Virrey D. Luis de Velasco, concedió al Lic. Vasco López
de Rivero terreno para una estancia de ganado mayor, como 10,000 has. Cerca de
la Laguna La Vieja, entre otros agraciados, Alonso Méndez, Cristóbal de solana
(Ojo de Agua de Solano) y Luis de Cárdenas, (Ojo no sé si forme parte de El Jabalí).
En ese tiempo
los estancieros fueron poco a poco acaparando tierras y ranchos, creando
posteriormente grandes haciendas formadas por enormes posesiones de tierra.
En 1607 fray Juan
de Cárdenas y Fray Juan Bautista de Mollinedo incursionaron en el Rio Verde
poblado entonces por indios pames.
En 1730, El Capitán
D. Bernardo Lasso de la Vega y Ponce de León, compro la estancia de Nuestra
Señora del Rosario y poco a poco las propiedades colindantes, formando con ella
la Hacienda que posteriormente se llamaría El Jabalí que contenía en su
perímetro el manantial de la Media Luna, cuyas aguas no eran utilizadas por el
dueño anterior, y D. Bernardo introdujo con gran éxito una plantación de Caña
de Azúcar, por lo que si empezó a utilizar dichas aguas.
En 1732 la
Hacienda del Jabalí abrió dos acequias que parten de la Media Luna, para regar
las tierras que poseían al sur del manantial. Estas aguas fueron siempre
disputa entre los dueños del El Jabalí, la Villa del Dulce Nombre de Jesús y el
Pueblo de Santa Catarina virgen y Mártir del Rio Verde, disputa que duraría
hasta bien entrado el S. XX.
Los diferentes
propietarios de el Jabalí fueron grandes ganaderos, comerciantes, mineros y
capitanes de las milicias de la frontera chichimeca, y estuvieron muy
relacionados con el Alcalde Mayor de San Luis Potosí y con los altos
funcionarios de la Ciudad de México.
Según información
disponible en el Archivo Histórico del estado de San Luis Potosí se pueden
llegar a entender los conflictos por tierras entre dos importantes haciendas
del S. XVIII, una de ellas; El Jabalí (la otra Ojo de Agua de Solano), en la
cual Bernardo Lazo de la Vega quien fuera dueño durante los años de 1771-1780,
en su testamento del 5 de Agosto de 1780 hace constar los anexos de dicha
hacienda: San Juan de Obrajero, Plazuela, Riachuelo, San José del Tapanco, Sta.
Rosa y Vielma.
A mediados del S.
XVIII el propietario de la Hacienda, inició el cultivo de Caña de Azúcar, y
para regar sus cañaverales excavo dos canales que derivaban agua de la Media
Luna, lo cual paulatinamente fue creando problemas que duraron varas decenas de
años.
Para 1800, había
haciendas tan grandes, como Cárdenas y El Jabalí, que contenían poblaciones
casi iguales a las que habitaban en localidades tan importantes como la
cabecera de partido, y que incluso superaban a la villa de españoles del Dulce
Nombre de Jesús.
Una parte de la
casa fue construida por D. Bernardo y agrandada después de su muerte por su
hija única Da. Ana Lasso de la Vega y Ponce de León, quien también construyo la
capilla de la misma, y que por la inscripción sobre la puerta de la misma, parece
que se terminó en el año del Señor de 1810. Da. Ana casada con el Capt. D.
tomas Ramiro de Navarro, con quien tuvo a sus hijos Pedro tomas y Francisco
Bernardo, caso en segundas nupcias con el Coronel D. miguel de Ormaechea, con
quien tuvo 3 hijos.
En enero de 1812 un numeroso contingente de
insurgentes, asalto Rioverde. Las compañías de voluntarios encabezadas por
Bengoa les hicieron frente pero fueron estrepitosamente derrotadas el 16 de
febrero. El comandante quedo mal herido, sus hombres dispersos, y la familia
del capitán Miguel Ormaechea fue vejada en la hacienda de Jabalí. Un
destacamento realista de San Luis Potosí recupero el control del pueblo el día
23.
Cuando se inicia
la guerra de independencia, Herrera saqueo y quemo la Hacienda que quedo en la más
espantosa miseria. Posteriormente, como debía dinero a varias cofradías tuvo
que entregar la hacienda de El Jabalí.
Da. Ana murió en
1832 y en 1836, paso la hacienda de manos de los descendientes de Don Bernardo
y de los Navarro, pues los acreedores la vendieron al Gral. Vital Fernández,
que había peleado en la guerra de independencia, y fue gobernador de
Tamaulipas, este general puso la Hacienda en manos de su administrador D. José María
verastegui y Ochoa de Ysusi a quien posteriormente se la vendió en $80 pesos
fiada!!!
Decía la srita. Inés
Verastegui que las cofradías en rioverde prosperaron tanto para 1853, que casi
todo el pueblo les pertenecía. Sus términos eran inexorables y estaban tan bien
protegidas, que de esa manera se pierden varias haciendas, entre ellas la de
Angostura, El Jabalí, El Tapanco, Ojo de Agua de Solano y muchas más. Al
parecer el Jabalí quedo en manos de los Juaninos.
D. José María se casó
con Da. Inés de la Concepción Navarro y Arcos, hija de D. francisco Navarro y
Lasso de la vega, la propiedad regreso a la familia de D. Bernardo, ya que al
morir Don José María en 1873, quedo la hacienda en manos de Doña Inés que tenía
raros dotes para administrar y escoger gentes inteligentes y capaces para los
distintos cargos a los que los destinaba.
Los hijos de Don José
María y Doña Inés fueron: Jacobo, Gonzalo, Juan francisco y Franco Félix. Este último
les compro a sus hermanos y a Doña Inés la parte que les correspondía y se quedó
con ella, le hizo grandes mejoras tanto a la casa como a la propiedad en
general.
Este señor Franco
Verastegui, fue el que con su entusiasmo y dinero consiguió que se hiciera el
ramal del ferrocarril desde San Bartolo a Rio Verde. Así el Jabalí le cabe el
orgullo de que uno de sus hijos haya sido el benefactor de Rio Verde.
Igual que todas
las haciendas, sufrió un proceso de fraccionamiento en el cual en 1834 se desprendió
de ella la fracción de San José del Tapanco por asuntos de herencia,
constituyéndose esta en una hacienda independiente.
Para el 18 de
agosto de 1843, don Pedro Navarro, hijo de D. José Tomas Navarro y de Da. Francisca
del Castillo en su testamento declara que la hacienda el Jabalí le reconoce un
capital de dos mil pesos, con el redito de un cinco por ciento anual y se vence
en Marzo de cada año, y que dicho redito se ha recibido; según consta en los
libros y escrituras de la hacienda de Plazuela, y que nombra a su esposa Da.
Gertrudis castro tutora y curadora ad
litem y ad bonam de sus hijos nacidos María Fermina, Paulo Juana, Francisca,
Ramona y uno por nacer, a cuyo favor dispone que si fuere hombre fuese mejorado
en su herencia con los esos dos mil pesos que reconoce en la hacienda del Jabalí.
En 1847, la rebelión
de Eleuterio Quiroz, llego a Rioverde, donde el ejército remunerador de la
Libertad y de la Independencia Nacional a su mando y para 1849 sus rebeldes
tomaron y saquearon Rioverde, yendo luego a tomar la hacienda de El Jabalí
ubicada a 15 kilómetros de aquel pueblo a la que convirtieron temporalmente en
su centro de operaciones; los rebeldes, de la hacienda del Jabalí pasaron a
asaltar la de San diego.
En 1870 era muy
extensa porque ocupaba la mayor parte de los terrenos cultivables del sur de Rioverde
y además se extendía sobre una porción considerable de las Sierras de la
Lagrima, La Campana y El Jabalí, es decir, se extendía sobre la parte más ancha
de las tierras entre el Rio Verde y las estribaciones de la Sierra Gorda,
además controlaba las aguas de la Media Luna.
En 1890, la
entonces propietaria de la Hacienda, Inés Navarro viuda de Verastegui,
pretendía desecar parte del manantial de la Media Luna con el fin de
incrementar sus tierras de cultivo, lo que lleva a modificar el arreglo sobre
el agua de 1791 y siendo causa de otro más de los innumerables problemas sobre
las aguas de la laguna.
Cabe decir que
para estos últimos años del S. XIX Inés Navarro estableció en la Hacienda uno
de los ingenios más modernos de la zona de Rioverde, es muy posible que esto
tuviera relación con el afán que tenia de aumentar las tierras de cultivo de la
hacienda por medio de la desecación de una parte de la superficie cubierta las
aguas del manantial.
El Jabalí llegó a
ser base de la economía de la región para 1859, a causa de las plantaciones de
caña.
Pudiéramos decir
que El Jabalí y San Diego se desprendieron la mayoría de las haciendas del sur
de Rioverde a principios del S. XX
José María
Verastegui murió en 1874, y la hacienda paso a manos de Inés, que tenía 46 años
al quedar viuda, y tuvo que administrar casi sola su hacienda con mano dura,
era una “reyezuela” según sus trabajadores, además de “bruja”.
Esta mitología
que se formó en su entorno por ser una mujer fuerte, que rompía con el
prototipo de la sumisa y débil mujer porfiriana del siglo XIX. Inés tuvo que
endurecer su carácter, porque sus trabajadores no estaban acostumbrados a
recibir órdenes de una mujer, debió ser muy difícil para ellos cumplirlas,
porque además de ser mujer, porque además de ser mujer, tuvo que ser dura para
ser obedecida. La verdad es que Inés administro su hacienda, esta no quebró,
sino que siguió produciendo. Su hijo Franco finalmente seria quien perdería la
hacienda años después, al venderla a Pablo Escandón.
Hay que destacar
que durante el S. XIX los propietarios de algunas haciendas construyeron obras
que les permitieron captar las aguas torrenciales que bajan de las sierras de Álvarez,
Gorda, de la Noria y las pequeñas elevaciones de San Francisco entre estas
haciendas, las más relevantes son las de El Jabalí, y San diego. No ha sido
posible identificar el momento en que se construyó la presa del Jabalí, también
llamada Laguna de los Patos. Pero ya aparece en un plano de la hacienda
elaborado en 1881.
Se siguen suscitando
conflictos con motivo de las aguas de la Media Luna, Franco Verastegui y el
Ayuntamiento de Rioverde protagonizaron otro, pues el Ayuntamiento no edifico
el acueducto que llevaría el agua a Rioverde como había quedado estipulado en
el contrato de 1895.
Para 1901
trabajaba un ingenio de piloncillo y fábrica de alcohol. Contaba con presa,
tanque, noria, pozo, manantial y acueducto, casa habitación, trojes, capilla
escuela y huerta.
En 1906 Franco
Verastegui en cuyo poder quedo la Hacienda de El Jabalí, la vendió a Pablo Escandón
y Barrón, integrante de una elite morelense porfiriana.
Esta hacienda fue
intervenida por tropas carrancistas en 1916, por ser propiedad del huertista
Pablo Escandón y Barrón, quien fomentaba abiertamente la subversión con armas y
dinero. El gobernador Federico Chapoy ordeno se sacaran de El Jabalí entre
siete y ocho mil hectolitros de maíz para poder abastecer la entidad.
Para 1917, a Juan Barragán Rodríguez, se le
había ofrecido la compra de algunas haciendas de la zona, a muy bajo precio,
entre ellas la del Jabalí, que había sido muy prospera en el porfiriato, cuyo
dueño, hasta 1818 estaba en dificultades por haber sido huertista. En este año,
Sidronio Méndez, a la sazón general carrancista, antes cedillista, quiso tomar
a partido la hacienda de Jabalí, ofreciendo al apoderado del dueño de ella una
participación en las utilidades quien por razones desconocidas no acepto la
oferta.
Como síntoma de
la crisis que atravesaron algunas haciendas entre 1914 y 1920 fue el intento de
explotación minera en algunas de ellas, para dedicarse a la búsqueda de oro,
plata, estaño, cobre, por ejemplo en el Jabalí entre 1916 y 1917 hay algunos
permisos para trabajarla de esta forma. (Ignoro se hizo o no).
Hacia 1920 la
hacienda del Jabalí contaba con 45 mil 249 hectáreas y era la más grande del
sur de Rioverde.
Durante los tres
primeros años de la década de 1920 no se repartieron tierras, por las ideas del
gobernador Rafael Nieto con respecto a la cuestión agraria, estas se acercaban
mucho a las del presidente Álvaro Obregón. Para Nieto la reforma agraria
consistía en fraccionar las grandes propiedades con el fin de crear una clase
media de pequeños propietarios, estos planteamientos fueron plasmados en la ley agraria estatal de julio
de 1921, en la misma ley se exceptuaba de la obligación de segmentar a los
propietarios de fincas que necesitaran de una superficie mayor para el
sostenimiento de un industria. Pablo Escandón y Barrón, propietario de la
hacienda de El Jabalí, apelando a dicha ley, obtuvo la exención para fraccionar
los terrenos con fecha del 7 de octubre de 1922, que lo exceptuaba de dividir
7,800 hectáreas en vista de que formaba parte de una unidad industrial que producía
azúcar y algodón.
Para junio de
1922 el Gral. Saturnino Cedillo escribe una carta al Sr. Presidente Plutarco Elías
Calles, en donde le explica que los vecinos de El Refugio habían solicitado una
dotación de Ejidos, mediante trámites legales para afectar las Haciendas de El Jabalí
y San Diego, quienes en represalia les habían quitado las tierras que
cultivaban desde hacía tiempo, para lo cual les indico que siguieran sembrando
las tierras y siguieran entregando la parte de cosecha que tenían asignada,
explicando que se había tomado esas atribuciones por las necesidades del
momento, suplicándole interponga su influencia ante la Secretaria de
Agricultura y Fomento para que todo se pueda arreglar. De inmediato responde el
Sr. Presidente que las medidas fueron muy acertadas y de toda justicia las
instrucciones que dio para zanjar esas dificultades y que se dirigirá al Sr.
Srio. De Agricultura para que de inmediato se haga llegar la dotación de esos
ejidos.
Entre diciembre
de 1923 y 1924, las resoluciones provisionales afectaron a las haciendas de El Jabalí,
San Diego y cieneguillas, pero sobre todo a la primera. Así comenzaron a resolverse de manera positiva algunas de
las solicitudes formuladas desde 1921, entre ellas las de El Pescadito, La Loma
y El Aguacate, poblados ubicados dentro de los confines de la propiedad de El Jabalí.
El propietario de
la hacienda, Pablo Escandón, interpuso el recurso de amparo en todos los casos,
cuestionando principalmente la categoría política de los poblados. Estos fueron
declarados rancherías en las constancias expedidas por el gobernador del estado
Rafael Nieto con el fin de satisfacer el requisito de la categoría política que
exigía el artículo 1º. Del Reglamento agrario de abril de 1922 para tener
derecho a dotación.
De acuerdo con Escandón
los poblados solicitantes no debían catalogarse como rancherías puesto que las
casas que formaban parte de los mismos habían sido construidas con el fin de
albergar a los trabajadores de la hacienda con recursos aportados por la propia
hacienda, o sea el mismo.
Sin embargo, los
criterios para establecerla no eran claros y, resulto un elemento que se podía
ajustar a las conveniencias de los gobernadores en turno, ya que en 1923 el
gobernador Lorenzo Nieto no concedió a El Capulín la dotación de tierras.
Posteriormente
Aurelio Manrique y las autoridades agrarias locales pretendían socavar los
recursos de las haciendas más productivas de Rioverde, sin embargo resalto el
especial encono hacia la hacienda de el Jabalí. En los años de gobierno
manriquista, este gobernador si entrego la dotación a El Capulín.
Después de esta
hubo dos resoluciones más del gobierno del estado, algo totalmente irregular
que puede explicarse solo en razón de la coyuntura de intensa pugna entre
aquellos que consideraban que el desmembramiento de la hacienda de El Jabalí
era un buen ejemplo de la destrucción de las grandes propiedades en la zona.
El Jabalí sufrió
un menoscabo más de sus tierras de riego a raíz de la resolución expedida por
Aurelio Manrique en febrero de 1925 con el fin de dotar al poblado del casco de
la hacienda, que en este caso solicitaron el administrador y algunos de los
empleados de confianza del propietario. Esas tierras se regaban con aguas de la
presa del mismo nombre, con lo cual se afectó casi la totalidad de la
superficie de la propiedad beneficiada con el líquido que se almacenaba en ese
vaso; de hecho con esta dotación las tierras de regadío de la hacienda quedaron
reducida a una pequeña porción que recibía agua del manantial de la media luna
y un mínimo porcentaje de la superficie beneficiada con la presa de El Jabalí.
La hacienda de El
Jabalí quedo así prácticamente desmantelada durante los años de gobierno de
Aurelio Manrique. Sin sus tierras de riego y con varios juicios de amparo
entablados simultáneamente por diversas razones, como las varias dotaciones ya
realizadas, Escandón opto por desinstalar el ingenio y alambique que hasta entonces
habían funcionado en su propiedad. Por si fuera poco, las deudas al erario del
estado se comenzaron a acumular y terminaron por causar el embargo de varios de
los predios de la hacienda, lo que condujo a la promoción de nuevos juicios de
amparo. Pablo Escandón murió en 1926 y su hijo termino por desistirse de todos
los juicios que habían promovido ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La hacienda quedo abandonada, casi exclusivamente con sus tierras de peor
calidad y solo algunas pequeñas fracciones de tierras de riego fueron afectadas
en los años siguientes sin que se opusieran ya resistencia.
Por instrucciones
de la Secretaria de Recursos Hidráulicos, en 1977 se revocaba el acuerdo
presidencial de Lázaro Cárdenas de 1936 que declaraba que las aguas de la Media
Luna eran de propiedad privada y que el entonces Srio. De Agricultura,
Saturnino Cedillo había promovido para cumplir las promesas que hizo a
Rioverde.
El Jabalí: por el
norte se hallan los cerros Veteado y de Angostura: al sur se ubica el Cerro de
la Campana y la Sierra de la Lagrima, que son derivaciones de la Sierra Gorda;
y por el este el límite es el Cordón de San Francisco y la Boquilla, que
consiste en pequeñas serranías.
En la actualidad
la casa habitación fue adaptada para ser utilizada como iglesia, y el trapiche,
construcción de 1886 es compartido por varias familias, las cuales tienen
establecida su casa habitación utilizando parte de la construcción, incluyendo
el chacuaco que actualmente es utilizado como cocina por una de estas familias.
Todavía se conservan algunos restos de los chiqueros que al igual que el
trapiche. También se puede observar atrás de la iglesia (la casa principal de
la hacienda) restos de la troje, así como las dos puertas de entrada a la
hacienda la cuales se encuentran en los extremos del centro del poblado.
En el centro de
la plaza se encuentra a manera de monumento la maquinaria del molino de San
Isidro que fue adquirido en el año de 1936 por los ejidatarios de El Jabalí.
Lic. Elena Rodríguez de la Tejera.
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