domingo, 8 de marzo de 2015

Ignacio Martínez García “Nachito” Algunos de mis recuerdos:

  Como ya les he platicado anteriormente, en los inicios del fútbol en nuestra ciudad, unos de los que empezaron a traer este deporte a Rioverde fueron los jóvenes que estuvieron en el Seminario Mayor. Ellos ya conocían las reglas y traían ya un dominio más depurado del mismo.

     Uno de ellos fue Roberto Álvarez, el cual empezó a juntarse con nosotros y a enseñarnos las reglas y a explicarnos un poco más de cómo se debía jugar, y claro pues como nosotros a obedecer como dogma de fe, si él decía que era fuera de lugar pues entonces era fuera de lugar, si decía que era penalti pues era penalti, nosotros nada más mirábamos y obedecíamos embelesados por el amor que le teníamos a las patadas.

     En ese tiempo en que empezábamos a jugar, nosotros estábamos en la secundaria y recuerdo a un sastre de nombre Héctor López, y como a cinco hermanos, jugábamos afuera de mi casa, por la calle Héroes Potosinos. Otro de los que recuerdo que también se empezó a juntar con nosotros fue Juan Perales, quien tenía un balón de fútbol y pues en aquel entonces como el que tenía balón era el rey lo aceptábamos a jugar, él después se fue más por el lado del beisbol  –deporte del cual siempre fue más asiduo jugador que del fútbol­– y ahí fue un destacado jugador. Otro de los que apreciábamos mucho porque también traía balón era Arturo Moreno, él siempre salía a jugar con nosotros y claro que lo recibíamos con gusto ya que no cualquiera se daba el lujo de tener un balón y menos de futbol, balón de aquellos que eran de gajos y de cuero.

     Recuerdo que uno de los lugares a los que empezamos a ir fue a la Escuela Práctica en El Refugio, recuerdo que era conocida como la de “los pelones” porque los que estaban ahí así andaban, uniformados. Ahí plantaban de todo, en su mayoría alfalfa, la cual la vendían en una “guayín” con caballo, y cuando se iban a venderla salían a toda velocidad, y lo único que alcanzábamos a decir era: ¡ahí vienen los pelones!.

     Ahí ya iba a jugar jugadores un poco más grandes, como Ales, Don Elías, “La torta”, “El güero Palmolive”, “Sacristán”, etc., a nosotros nos invitaba a jugar “El Capi Fernández”, él tenía una carcachita y en esa nos íbamos con él, en ocasiones la camioneta se descomponía y había que bajar a empujarla. Para llegar a “La Práctica” nos íbamos por El Presidio y Los Salitrillos – ¿los recuerdan?– que viene siendo lo que hoy está a un costado del Hotel María Dolores, nos íbamos en bicicleta, corriendo o en ocasiones con alguien que tuviera vehículo como por ejemplo con “El Capi”. En una ocasión que íbamos a jugar ahí, el campo estaba ocupado por los jugadores de más edad,  estaban jugando contra un equipo de San Luis de segunda división en el que venía el “Cheche Gonzales”, desafortunadamente golearon a Rioverde y nosotros por estar viendo aquel partido pues ya ni jugamos. Pero así era, eran los pininos de Rioverde en materia de fútbol.

     También recuerdo que en una ocasión vino un jugador de Veracruz, un mentado chileno de apellido Reyes, y nos alborotó a todos nosotros diciendo que iba a organizar un torneo. Invitó a varios y les pidió de 200 a 300 pesos, como obviamente todos nos emocionamos, empezamos a juntar como pudimos el dinero que aquel chileno estaba solicitando para organizar el torneo. Se le dio el dinero que juntamos, y ¿qué creen?... se fue con todo, nos estafó, “nos dio espejitos” y nos dejó como al chinito. Éramos muy chamacos e inocentes, y no sabíamos nada de organización, torneos o lo que se necesitaba y como estábamos ávidos de todo lo relacionado al fútbol y si alguien venía y nos decía cualquier cosa, pues nosotros a “pie juntilla” le creíamos.


     Uno de nuestros compañeros más carismático era Gilberto Castellanos alías “El Rubí”, una persona que siempre andaba muy alegre y que en ocasiones se ponía un pañuelo y un antifaz, todo esto emulando al “Pirata” Fuentes, jugador veracruzano, el cual era su ídolo. Cuando Gilberto salía a la cancha sus movimientos y ademanes eran emulando a dicho jugador, actividad que sacaba la sonrisa de todos nosotros. También “El Rubí” ayudó a fomentar el fútbol, pues cuando las porterías se terminaban porque se podrían –en aquel entonces las porterías las hacíamos de madera–, él las conseguía, pues tenía amistades que por aquel tiempo andaban construyendo la carretera y se iba a pedirles algunos palos de madera, conseguíamos entonces una camioneta y nos íbamos a traer más madera para armar más porterías donde no había o para cambiar las que ya no servían.

Es un gusto recordar y tener presente aquellos grandes momentos, los cuales seguiré próximamente.

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