domingo, 8 de noviembre de 2015

Comandante Roberto Reynoso Parra

Comandante Roberto Reynoso Parra
Este 14 de noviembre se cumplen años de la muerte de Roberto Reynoso Parra, un personaje muy importante para el municipio de Rioverde y sus alrededores; a continuación parte de su Biografía:

Comandante Roberto Reynoso Parra
Por Ignacio Cervantes Álvarez

El 14 de noviembre de 1996, Roberto Reynoso recibió la llamada del eterno descanso. Por alguna extraña razón desde mi niñez tuve una especial admiración por ese hombre de gesto adusto, de cámara fotográfica al hombro, encaramado en su vieja motoneta azul, islo, 175; en la cual, se desplazaba de un punto hacia otro de mi querido Rioverde, el de las grandes huertas de naranjas y cañaverales, para cubrir el suceso que publicaría en el diario El Heraldo, y que los rioverdenses esperábamos cada mañana para leer con avidez.
Toda vida bien empleada es una larga vida. El 17 de marzo de 1936 nació el niño a quien bautizarían como Roberto, sus padres fueron Alfonso Reynoso Bermúdez y Antonia Parra. Su instrucción primaria la realizo en el colegio “Ignacio Zaragoza”. En el año de 1949 continuo sus estudios en el Ateneo Potosino de la capital del estado, y al concluir su nivel secundario ingreso al grupo 5 de Boys Scout del barrio de San Miguelito.
Este movimiento Scout le acrisolo su espíritu de servicio que le caracterizaría el resto de su existencia. Ya que la vida de Roberto Reynoso no fue más que la suma de actos de entrega al prójimo.
El viejo Rioverde era arrullado en convivencias vespertinas donde todo el mundo nos saludábamos: niños y adultos, ricos y pobres, el Rioverde de los solkis, de las carretas de bueyes y de los aguadores; ese Rioverde sin muchas opciones de estudio, por lo que Roberto Reynoso ingreso en 1952 en la Academia Comercial Standard de la “miss chepa”, donde concluyo su carrera como taquígrafo Secretario, en la cual fue un alumno destacado.
Viajo a los Estados Unidos de Norteamérica con la finalidad de especializarse en el idioma inglés. Estando en la unión americana recibió instrucción militar en la Fuerza Aérea durante dos años, lo cual explicaba la disciplina férrea con la cual asumió cada empresa que emprendía.
Ya dominando el idioma ingles impartió esta catedra en algunas academias comerciales y secundarias particulares, como la nocturna por cooperación para trabajadores, y nunca cobro un solo centavo.
En 1959 contrajo nupcias con la señorita Alejandra Pérez Hernández con quien procreó siete hijos. En 1961 ingreso a la empresa El Heraldo de San Luis Potosí como reportero gráfico, cuya función desarrollo de manera muy profesional. Fue cuando comencé a profesarle gran admiración y respeto, a quien escribió durante años una serie de reportajes y notas que le dieron relevancia en el periodismo.
Corría el año de 1962 cuando ocurrió la caída del avión T-29 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Se desplomo en la sierra de Derramaderos cerca de Conca, Qro. Se trasladó en su motoneta hasta Arroyo Seco, Qro., y de ahí a lomo de mula llego hasta el lugar exacto donde encontró el avión. Tomo fotografía y las envió a su casa editora en San Luis Potosí, siendo el primer y único periodista que arribo al lugar. Esta nota, y lo digo con orgullo, le dio la vuelta al mundo, me consta porque a falta de televisión encendía mi radio Royal, de bulbos, en la onda corta, y escuche en Radio Habana Cuba la nota del avión caído, dando los créditos a Roberto Reynoso corresponsal de El Heraldo de UPI. En una difusora de Estados Unidos también escuche la nota. Lástima que no había premios de periodismo ni reconocimientos, únicamente su casa editora lo nombro Jefe Regional de El Heraldo, en reconocimiento a su odisea realizada. Hasta la fecha los restos del avión permanecen en el lugar. Además con su buen nivel del idioma ingles le sirvió para entrevistar a diplomáticos y oficiales de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que arribaron con motivo de ese accidente.
En 1963, al advertir que en el pueblo había algunos muchachos traviesos que pateaban puertas y corrían, bajaban naranjas de los carretones, a que lo más llegaban, era hacer correr al agente de tránsito Agustín Méndez, alias don agus, al cual le echaban las bicicletas y motos encima para hacerlo rabiar, y que don agus los correteara. Recuerdo al Rolas, al Diablo, al Chimino, a Ernesto Medina, al Tobi, al Bucho, a la Pingua, los Praxedis (Heriberto y José Luis) y al terrible Bucher.
Pues para poner en paz a esos muchachos Roberto Reynoso en compañía de Abel Ramírez Moctezuma creo el equipo de beis bol “Los Broncos de Reynoso”, en alusión a los Broncos de Reynosa de la liga mexicana de beis bol, entonces en boga.
Por esos años exploto la fragua de los hermanos Cedillo, quienes eran sus amigos y vecinos de la calle Centenario, los cuales sufrieron lesiones y quemaduras. A raíz de esta explosión Roberto Reynoso se dio cuenta de otra de las grandes carencias del municipio: no había un cuerpo de socorro para esos casos, por lo cual fundo la primer Escuela de Socorrismo con personal y estudiantes que colaboran como voluntarios. Y puso al servicio de Rioverde su auto particular, un Dodge Acapulco, al cual le colocaba una torreta y sirena de aire sobre el capacete. Esto hizo que en 1964 fuera elegido presidente de la delegación de la Cruz Roja Mexicana local, desempeñándose como Comandante del cuerpo de socorristas y enfermeras de dicha institución.
Por 1965 deambulaban dos ancianas implorando la compasión divina por una caridad, estaban enfermas de lepra, difícilmente alguien se acercaba a darles una ayuda. En mi pensamiento de niño recuerdo que contenía la respiración cuando pasaba con mis compañeros frente a alguna de ellas.
Roberto Reynoso conmovido por estas ancianas las siguió hasta sus casuchas. El saludo de mano, se sentó sobre una piedra para conversar con ellas, las entrevisto y al quedar enterado de sus condiciones paupérrimas, ya que únicamente comían alguna tortilla con chile y raras veces frijoles. Le narraron que con la limosna que juntaban difícilmente podían comprar algo para comer, que algunas veces un alma caritativa les dejaba alguna cazuela con sopa en el suelo, a la entrada de la casa, pero que los perros les ganaban la comida. Por lo que Roberto Reynoso se echó a cuestas paliarles el hambre y lanzo una campaña a través de El Heraldo para recolectar víveres, los cuales recibía en su oficina para llevárselos a las ancianas. Rememoro el encabezado de una nota que publico en El Heraldo “Rioverde responde a su llamado y ayuda a las ancianitas leprosas”, esto es el servicio por el amor al prójimo. No era la Madre Teresa de Calcuta, no era el Padre Damián de Molokai, no era Albert Schweitezer tampoco Monseñor Comboni; los cuales por su ministerio atendían lazaretos, no, Roberto era el hombre, el ser humano sensible con un gran corazón.
De niño cuando iba con mis compañeros  la escuela Vicente Guerrero, donde estudie mi primaria, en aquel tiempo en que gracias a Dios “no había Derechos Humanos”, veíamos pasar frente a la oficina de Reynoso, como crecía la pila de alimentos que llevaría a las ancianitas, y en nuestras infantiles charlas comentábamos “ojala no se vaya a contagiar”.
En esa época cayo una lluvia radioactiva en Rayón, Roberto Reynoso se trasladó y tomo fotografías de personas con quemaduras por la lluvia, alertando a los Servicios Coordinados de Salud a cargo del Dr. Alfredo Villalobos Rodas.
Por su entrega al servicio de la comunidad, en 1967 la Benemérita Cruz Roja le otorgo la Cruz de Plata y un Diploma al Mérito. En 1969 entrego la estafeta de la Delegación a otro gran rioverdense, me refiero a don Carlos Martínez Guillen.
A fines de los setentas y principios de los ochenta, unos muchachos aventureros; Manuel González Martínez (El Loco), Arturo González Pérez (Lagunillas), Benedicto Aguilar(El Bene), Pablo González (El Pablito), Abel Ramírez Nieto (El Abel), descubrieron una enorme cavidad a un lado de la gruta de Catedral. Arturo González le dio a conocer el hecho a Roberto Reynoso, el cual se trasladó al lugar e inspecciono la gruta, cámara en mano tomo las primeras fotografías de esa caverna, hasta entonces desconocida. Al ver una de las formaciones de las estalactitas y estalagmitas le comento a Arturo-mira parece un ángel- dando ese nombre a la gruta como se le conoce hasta ahora. –ahí están los testimonios en periódico El Heraldo.
En los años setentas publico interesantes reportajes, como la visita de Álvaro Obregón, la inauguración del ferrocarril, la planta San Isidro, los molinos de caña, el gran incendio de los Cuates en Tamasopo, el cierre del ingenio de Agua Buena, donde laboro Cesar Augusto Sandino, de la Música en Rioverde y muchos reportajes de carácter histórico.
Por estas mismas fechas, Roberto Reynoso realizo otra intensa campaña a través de postales de parajes hermosos y fotografías antiguas promoviendo los lugares típicos, al reverso de esas postales estaba la identificación del lugar y la leyenda “Visite Rioverde, S.L.P., la ciudad madre…de la vida padre”. Fue un gran promotor del turismo de nuestra región.
A inicios de los ochenta se creó el Radio Club Rio Verde, donde fungió como secretario, este Radio Club ayudaba en situaciones de emergencia. Recuerdo a Abel Ramírez Moctezuma, Chato Limón, Mel Maldonado, Octavio González de León, J. Concepción Ceballos entre otros. En 1983 fue electo presidente de dicha institución y también creo la Comisión Nacional de Emergencia.
Reynoso comenzó a fraguar la idea para crear un Cuerpo de Bomberos para esta ciudad. Al dar los primeros pasos en este proyecto, el señor Juan Carbajal presto su pipa en situaciones de emergencia. Así el 20 de noviembre de 1984 nació oficialmente el Cuerpo de Bomberos Voluntarios, siendo su primer comandante don Roberto Reynoso, segundo comandante el señor J. Concepción Ceballos, primeros bomberos Abel Nieto, Juan Morua, Fitos, Don Margarito, Juan Rico,  don Quique Contreras, y don Manuel Rodríguez gran benefactor de bomberos en sus inicios, y los bomberos niños Enrique y Alejandro Reynoso Pérez, Rene Ceballos Jaramillo, Juan José Ramírez Rico, Salvador Flores Sánchez (El Cotolo) Hilario Vázquez Méndez (El Bucho).
El club Rotario al ver el trabajo que se estaba realizando hizo un donativo de $ 400,000 pesos con lo que se compró un chasis cabina Dodge, modelo 70, al cual le coloco un tanque con capacidad de 10,000 litros, los primeros servicios se prestaron con el apoyo de cubetas, por lo que las rechiflas en los incendios no se hacían esperar.
En un rescate que presto en la Cuesta del Tigre extrajo el cuerpo de un conocido joven rioverdense que falleció prensado en su auto. El señor Arturo Castillo gestiono la donación del motor VW para el cuerpo de bomberos, al cual le acoplo dos bombas centrifugas de dos etapas, quedando armada la primera unidad conocida como M-1. El señor Octavio González de León prestaba las instalaciones de su negocio para guardar el camión y equipo con que se contaba.
En 1985 el comandante Reynoso gestiono la donación de la actual Estación de Bomberos, que formalizo la Sra. Leticia Urbiola, Presidente Municipal, mediante un contrato protocolizado, y así, quedo constituido el H. Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Rioverde.
En estos inicios se dio gran hermandad con los elementos de la Policía Federal de Caminos, los cuales pernoctaban en nuestras instalaciones, quienes colaboraban como voluntarios en incendios y apoyaban en las colectas que se organizaban en carretera para allegar fondos y mantener a flote la institución, tan llena de carencias. Esos oficiales eran el Cap. Gómez, Pavel, Ramsés –Hago aquí un paréntesis para hacer mención que uno de esos oficiales nos platicaba la experiencia que tuvo como chofer del Papamóvil en la primera visita que realizara su Santidad Juan Pablo II a México. Me refiero al oficial Ramsés.
Es quizás esta, la mayor empresa que realizo el señor Roberto Reynoso Parra, y con la cual, la mayoría de la gente lo asocia. Sin embargo como cite anteriormente, tuvo una larga vida de entrega al prójimo. Recuerdo como recurría a él a la gente de escasos recursos a pedirle ayuda para “sacar de la cárcel a muchachos que estaban detenidos por faltas menores”. Se trataba de muchachos peleoneros en la calle, borrachitos tirados en la banqueta, “mioncitos” en la vía publica, y que al no tener dinero para pagar la multa que era desde los cincuenta hasta los doscientos pesos, acudían para que las ayudara; el cual iba hasta la comandancia de policía y solicitaba al juez de la barandilla o al comandante la libertad de tal o cual muchacho, quien por atención a la persona de don Roberto Reynoso liberaban al detenido ante la alegría de la madre llorosa. Y Reynoso reprendía al muchacho comprometiéndolo para que no le diera más sufrimientos a aquella madre, tal era la calidad humana de Roberto Reynoso. Otras veces recurría al apoyo de amigos como “el Chester” quien tenía el tradicional restaurant Rivera, para pedirle que proporcionara alimentos a personas que bajaban de la sierra con enfermos.
En los desfiles del “20 de noviembre” que él y todos los bomberos siempre esperábamos con mucha emoción, se hacía patente el respeto, admiración y cariño del pueblo de Rioverde hacia esta institución creada por el, y en especial a su persona. Muchas veces observe al paso de nuestro grupo, que la gente se arremolinaba para ver mejor nuestra columna, y alcance a escuchar los comentarios acerca de nuestras intervenciones en algún siniestro, y como las viejecitas y humildes señoras nos esparcían sus bendiciones, pidiendo a Dios que nos cuidara al brindar nuestros servicios.
El Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Rioverde por muchos años fue el único en la Zona Media del estado. Prestaba apoyos y servicios no solo en nuestros municipios vecinos, sino también en el Estado de Querétaro y Guanajuato. Actualmente es uno de los mejores equipados del centro de la Republica.
Como miembro de varios cuerpos de bomberos que he sido, me quedo marcado lo siguiente:
En bomberos de Querétaro aprendí a ser osado y valiente en los servicios.
En Bomberos de San Luis amplié mis conocimientos de bomberismo.
En Bomberos de Rioverde aprendí el servicio, la entrega al prójimo sin miramientos, sin distinción de razas, de credos, de niveles sociales, era la doctrina de Roberto Reynoso Parra.
A esto solo falta agregar que fue una persona muy conocida por su labor en beneficio de la comunidad y periodista del diario El Heraldo de 1964 a 1978, corresponsalía Zona Media en el que publico varios reportajes de la historia de Rioverde así como reportajes de la época como el avión caído en Desparramadas, cuando se cayó la torre de la Iglesia de Rioverde, La tienda más grande de Rioverde, la visita del general Obregón, publicada el 24 de junio de 1970; la inauguración del Ferrocarril publicada el 14 de julio de 1970; música, arrullo del Rioverde del 7 de septiembre de 1970; los Molinos de Caña del 19 de enero de 1971; la Media Luna del 13 de octubre de 1971 y el general Ignacio Galván Torres del 3 y 10 de mayo de 1976.
Al dejar el periodismo se dedicó a su Foto estudio. Además su generosidad se extendió hacia la Cruz Roja Mexicana, delegación Rioverde, también Radio Brigada de auxilio al Cuerpo de Bomberos donde fungió como su primer comandante y uno de sus fundadores. Su labor en beneficio de sus semejantes resulta invaluable.
Fuentes:
Historiador, Lic. José de Jesús Alvarado Orozco
Cronista de la Ciudad, Lic. Ricardo Castillo Robles
Archivo Histórico Municipal, LCC. Lucas Hernández Salinas
Foto: Archivo Historico Municipal

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