domingo, 4 de febrero de 2018

DE LA REVOLUCION EN RIOVERDE

Julio Castillo al centro sentado
En una segunda etapa de la revolución ahora en contra de la presidencia de Francisco I. Madero se pronunciaron Emiliano Zapata, Pascual Orozco y Bernardo Reyes. En favor de este último el 10 de marzo de 1912 entró un contingente de antimaderistas, compuesto por 35 hombres de a caballo y 20 de a pie, encabezados por Julio del Castillo.

Estremecieron la ciudad y después de balazos desperdigados y sobresaltos de escasos enfrentamientos que no llevó sangre al río, tomaron la Jefatura Política, exigieron al titular José Verástegui la entrega de la plaza, ocuparon las oficinas públicas, recogieron las armas, municiones y vituallas que encontraron y cortaron las líneas telegráficas y telefónicas.

A golpes de culata catearon las casas de los maderistas más connotados, exigieron dinero a la agencia del Banco Nacional, a los principales comercios como La Fama y La Abundancia; la primera de Los Ruiz y la segunda de Mario Quesada, impusieron préstamos forzosos. Enrique Anaya entregó cinco mil pesos. Exigieron al tesorero municipal Rafael Barragán la recaudación, también se llevaron los fondos de la Administración de Rentas del Estado. A Don Ángel Núñez, un español propietario de Puerto Martínez le robaron un caballo fino.

Reclutaron gente a dos pesos diarios por plaza de soldado, y en forma voluntaria se les agregó gente del pueblo y vecinos de significación social, como Daniel Becerra, quien se ostentó como jefe de los rebeldes, y Sidronio Méndez, jefe de la Oficina Subalterna de Rentas.

Los reyistas inconformes contra el gobierno maderista salieron de sus domicilios y se concentraron en la plaza que se llenó de alboroto; por decisión general acudieron en tumulto a la casa del Dr. Eleno Cervantes, político del antiguo régimen porfirista. Entre caballos encabritados, vítores y disparos al aire, lo llevaron a la jefatura Política del Partido donde lo invistieron con la titularidad de jefatura del partido.

La primera medida fue impedir que se causaran más atropellos, así lo solicitó a los jefes de la revuelta y les dio las facilidades para su propaganda política.

Al día siguiente, al aproximarse un tren con tropa, los rebeldes evacuaron la plaza. José Verástegui regresó a su carácter constitucional de primera autoridad del partido, acompañado por los doctores Eleno Cervantes y Javier Gallardo, así como por Jesús P. Castillo, para intervenir la Subalterna de Rentas. Cervantes y Gallardo se hicieron cargo de manera interina de la administración, documentos, valores y libros.

Además practicaron las primeras diligencias que sirvieron para iniciar el proceso penal en contra de Sidronio Méndez, por los delitos de abandono de empleo y peculado; fue detenido el escribiente Abel Franklin y declarado por el juez de Primera Instancia, licen ciado José de Jesús Gama. A Sidronio Méndez se le aseguraron sus bienes, entre ellos la Empacadora de Naranja y el Teatro Progreso.

En efecto entró la fuerza federal a bordo de un tren salido de San Luis con instrucciones de recuperar la Plaza a toda costa, el número de activos al mando del Coronel Pedro Piña era cuatro veces mayor que el de los revolucionarios; los rebeldes ya no estaban, habían salido rumbo a la Sierra Gorda, por las haciendas de El Jabalí y Santa Teresa.

Los federales aprehendieron a José Verástegui por considerarlo culpable de haber entregado la plaza, pero no tocaron al Dr. Eleno Cervantes. Fue uno de los episodios de la revolución en Rioverde.

De los apuntes del Lic. José de Jesús Alvarado Orozco.
Foto del archivo municipal de Rioverde.

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