sábado, 23 de febrero de 2019
Negocios de los años 40s. 50s. en Rioverde
Don Lamberto Olivo nos cuenta que tipo de negocios eran los de ese tiempo en nuestro querido Rioverde.
en mi tiempo el pueblo era autosuficiente tanto en lo agrícola como en ganadería y en algunas otras industrias; pues el cultivo y producción de cítricos, era tal, que se exportaba la naranja a diferentes estados de la República, tales como Guadalajara, Monterrey y el antes DF, esto se hacía por transporte carretero y también por ferrocarril y era tanta la demanda que los grandes productores llegaron a tener sus propios furgones, como fueron Casa Flores, mercantil de Rioverde, que después fue López y Martínez, Los Verastegui y Pedro Hernández.
Estaba la época de la Zafra y entonces se llegaba a ocupar mucha gente en los molinos, esto era en los meses de noviembre a febrero pues el piloncillo llegó a tener mucha demanda. Los dueños eran demasiados y voy a tratar de recordarlos, Ponciano Rodríguez, Juan Verastegui, Lorenzo Nieto, Eleno Pro, José Maldonado, y muchos más.
Era también muy numeroso el cultivo de Chile Serrano, cebolla y jitomate
Otra de las industrias manuales era la de la tortilla pues esta industria era muy cotizada, lo mismo los molinos donde se Molía el nixtamal para dichas tortillas. A mí me tocó ver todavía lugares donde se ocupaba el Metate y el comal de barro.
Todo esto sumado a nuestras sabrosas enchiladas que por las noches proliferaban tanto en la plaza principal como en otras aledañas, desde luego que sinceramente era tiempo de que esas enchiladas se preparaban con arte y buen gusto no como las que hoy elaboran sin ningún rastro de buen sabor.
Como usted ha de saber en las décadas del 40 y 50 en el pueblo había muy buenos sastres los cuales eran solicitados por los potentados del pueblo para que les confeccionaran sus trajes, entre los principales primeros estaba don Ramón Castillo que era el más céntrico ya que tenía su taller en la calle de Moctezuma, frente al bar de Juan José Izar ( Maciste) este señor la mayoría de sus hijos laboraban con él solo uno , escogió chamba diferente y éste era Arturo ( el chícharo ) que era fletero con un camión de su propiedad. El siguiente será don Rafael Ríos, él estaba situado en la av. Héroes Potosinos y también todos sus hijos laboraban con él excepto uno que era zapatero pero tenía su taller en la entrada. Estaba también otro muy prestigiado que laboraba solo y era don Bartolo Galván y tenía su taller en la calle de Juárez junto al taller de zapatería de don Paulo Martínez que también fue presidente Municipal. Don Bartolo solo tenía un hijo y se llamaba José de Jesús y le apodaban (el grande) y él se dedicó a la mecánica, otro de los sastres era don Lamberto Castillo y tenía su taller en los altos del edificio que está frente a la plaza de los zolquies que era propiedad de doña Trine Verástegui. Este señor Lamberto a pesar de que yo todavía era un mozalbete me tomó mucha estimación e iba yo a su taller cuando salía del colegio Ignacio Zaragoza pues él me enseñó a jugar el ajedrez. Había otro sastre y también laboraba solo y era hijo de don Vidal Castillo y se llamaba Mario, había otros que ya eran segundones y estaban desbalagados por el barrio de San Juan. Incluyo también a dos grandes amigos, como fue Luis Rostro hermano de don Teodoro y Guadalupe, éste tenía su taller en donde estaba la gasolinera de Manuel Duque donde hoy es una tienda y carnicería de autoservicio.
El otro era Casimiro Castillo este era Cuñado también de los hermanos Rostro. Casimiro aparte de ser muy buen amigo era muy buen sastre, y emigró al antes DF. P
pero cómo le gustaba mucho la política sindical, en México se hizo líder de un sindicato y tomando muy en serio su papel, una de las empresas que él perjudicó lo agarraron un día, lo ata ron a una silla, le pusieron un embudo en la boca y le dieron a beber thinner matando lo de inmediato.
En esos años este tipo de negocios eran los mas favorecidos de los que yo me acuerdo y le daban vida a la región, cabe agregar que era una vida muy tranquila donde todos coinciden en la confianza que había entre todos los vecinos y donde era común salir en las tardes a platicar a la puerta de la casa e inclusive dejar las sillas y al día siguiente meterlas; así era de tranquilo nuestro Rioverde de aquellos años.
Relato de Don Lamberto Olivo.
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