viernes, 29 de marzo de 2013

De Mis Recuerdos



 

La Pergola de la Plaza Principal de Rioverde



     Cuando eramos chamacos disfrutábamos de las placitas del centro de Rioverde. Recuerdo la pérgola que se encontraba en la plaza principal, redonda, con techo de media luna. En ella se reunían las familias para que sus hijos jugaran con tranquilidad y sobre todo con seguridad arriba de ella, ya fuera con una pelota, con sus triciclos o con los demás niños.

    Qué agradable era ver a los hijos corriendo por arriba y por abajo y donde los papás no los perdían de vista con una sonrisa al verlos con la libertad que hacían sus diabluras.

     También tocaba una banda de música todos los domingos y las familias se reunían alrededor sentados ya sea alrededor de la pérgola o sentados en las bancas de cemento (¿las recuerdan?) de los pasillos y disfrutaban de un rato placentero.

    Los domingos en la pérgola eran una verdadera romería. Por las tardes-noches la pérgola se convertía en un centro de reunión ya no solo de niños, sino también de los jóvenes dando “la vuelta” a la plaza, los varones caminando en una dirección y las damas en el sentido contrario, con el fin de encontrarse en cada vuelta, mirándose furtivamente y en cada pasada tocándose con los hombros levemente o un tocamiento de mano, todo esto producía un repiqueteo alto del corazón sintiendo mariposas en el estómago o sonrojándose por la mirada de la persona de nuestra preferencia, a veces aprovechábamos al amigo o a la amiga para llevar el recado a la persona de nuestra preferencia (¿ se acuerdan? ¡Qué ritual aquel!). Cuántas parejas se formaron a partir de esas vueltas, pues al concretarse el acuerdo se terminaba con “Don Chuy” o con “Don Primi” tomándose un licuado de chocolate o de fresa, o un refresco con popote que era una coca chiquita o un Squeeze de 50 centavos (que era para lo único que alcanzaba).

     También recuerdo cómo se llevaban a cabo ahí todas las reuniones oficiales de nuestras autoridades —que hasta la fecha sigue siendo ahí, pero en aquellos tiempos era distinto— y en los pasillos entre los jardines desde donde alcanzábamos a ver quién estaba exponiendo.

     Yo consideraba a La Pérgola y hasta la fecha lo considero así, como un punto de referencia, un lazo de unión que era necesario para que familias, parejas, niños y todos nos entrelazáramos más como personas, como rioverdenses.

     Ah, qué tiempos aquellos…

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