domingo, 17 de noviembre de 2013

La Historia en el Beisbol de Benito Castro

Benito Castro

Mi historia es la siguiente, se las cuento:               

PARTE 1 DE 2

     Me inicié en el Béisbol a la edad de diez años, fue en el campo de la “Y griega” donde jugué mis primeros partidos. En aquel entonces ahí jugaban “Los Rieleros de la Estación” jugadores ya hechos, y grandes de edad, yo muy seguido iba a verlos jugar, y debido a que siempre me veían ahí me invitaron a jugar con ellos. Como yo no tenía guante, toda pelota la cogía “a mano pelona”, sin embargo un señor de nombre Isidoro González y que trabajaba en una ferretera del centro se compadeció de mí y me regaló un guante de béisbol.

     En 1962 ya tenía yo doce años, en ese año el Dr. Guerrero formó una Selección para ir a un estatal infantil  a San Luis potosí, en ese seleccionado iban jugadores de “La Estación”, de la comunidad de San diego, de El Refugio, del Puente del Carmen y en ese estatal ganamos el campeonato enfrentándonos a Charcas, a mí me tocó pichar ese juego, ese día jugamos en el campo 20 de noviembre que estaba donde hoy está el Hospital Morones Prieto.

     En 1964 tuve un accidente trabajando en el Hotel Plaza, estaba aseando las marquesinas porque se habían tapado por las lluvias. En esa ocasión iba a asistir al campeonato juvenil a San Luis Potosí, todos mis compañeros estaban en la plaza esperando el autobús que nos iba a llevar y estaban justamente en el estanquillo de Doña Inés (personaje muy conocido), desde ahí me gritaban que ya nos íbamos, yo por las prisas recuerdo que les grité que ya iba y por las carreras no me fijé y toqué alambres de alta tensión con la varilla que estaba utilizando, recibí una descarga  al instante que me afectó varias partes del cuerpo. Inmediatamente me llevaron al hospital, y esa fue la razón de no haber ido al estatal de esa fecha. Sin embargo, la descarga no sólo no permitió que no fuera al estatal, sino que también me dejó marcado algunas partes de mi cuerpo: una marca en la palma de la mano izquierda, otra en el pecho y los laterales de las plantas de los pies, todas ellas hasta el día de hoy aún las conservo.

     Después de todo esto vinieron unos parientes que trabajaban en un aserradero en los límites con Guanajuato, y como yo no podía usar zapatos me tuve que ir a trabajar con ellos a dicho lugar donde me estuve recuperando en la sierra. Duré cinco años en esa sierra de Santa María, les estoy hablando ya del año de 1967, y como ahí no se podía bajar a Santa María, el patrón del aserradero nos compró todos los implementos para un equipo de béisbol, y durante ese tiempo y en ese lugar, estuve practicando por dos años y siguiendo con mi recuperación.

     Cada año cuando iba a ser el estatal siempre me hablaban de Rioverde para que jugara con ellos. Cierto día que bajé a Santa María, en los patios donde manejábamos la mercancía los compañeros me comentaron que se iba a efectuar la inauguración del campeonato de la liga central de San Luis Potosí, y en esa liga iba a participar un equipo de Santa María. Como tuve la oportunidad y más que nada por curiosidad fui a dicho evento, ahí estaban todas las autoridades municipales, recuerdo que en la octava entrada se protagonizó una descomunal bronca a causa de que el pitcher de S.L.P. le pegó un pelotazo a un jugador de Santa María, el ampáyer –que era de S.L.P.– expulsó a seis jugadores por equipo y eso originó que el equipo de Santa María se quedara con 8 peloteros. Después de todas esas expulsiones, el manager de Santa María se dirigió a las gradas a solicitar apoyo, quería que le ayudáramos a completar el equipo e invitó a varios, pero ninguno aceptó, al ver esto uno de los que me acompañaban le gritó al manager que con él estaba “uno” que jugaba béisbol señalándome a mí; acto seguido el manager, acercándose a mí me preguntó que si yo aceptaba y le dije que sí; me bajé de las gradas, me prestaron uniforme, casco y guante y me mandaron al cuadro, pero como siempre sucede cuando uno entra a completar a un cuadro de béisbol, a donde lo mandan es a jugar de 1er fielder sin saber que esa posición es la más complicada pues para el center y el 3er fielder las pelotas van de frente, pero para el 1er fielder en un batazo la pelota va más difícil y justo ahí me mandaron a jugar la novena entrada, teniendo hombres de S.L.P. en base y además bateando un zurdo, pegó un largo batazo por donde yo estaba y corriendo para atrás alcancé la pelota, al ver esto la gente que estaba en el estadio se preguntaba que quien era yo. En el cierre de la entrada, como el local siempre cierra le tocó batear a Santa María, en ese momento íbamos perdiendo por dos carreras, había dos outs y con corredor en primera, le dan base por bola al 4º bat, pues el 5º bat era yo, y como consideraban que yo iba a ser más fácil de vencer, ya en la cuenta de 2-2 pegué un jonrón y ganamos 8 a 7. En esa ocasión el presidente municipal y algunos aficionados me juntaron 300.00, y ese mismo día el secretario general de la CFE que era Don Plácido González me invitó a que jugara con ellos y jugué dos temporadas en la liga central de S.L.P. con el equipo de la CFE de Santa María del Rio.

     En S.L.P. cuando hay un estatal se juega un interligas, donde participa la liga central, la liga municipal, la liga obrera y la liga minera; y el que gane representa a S.L.P. en el estatal.

     En 1968 el estatal fue en Villa de la Paz, y el equipo de la liga central fue el que ganó el pase para representar a S.L.P., ya estando en la junta de Villa de la Paz y estando anotado en la lista del equipo de S.L.P. surgió la polémica porque Rioverde también me traía anotado, pues yo siempre había jugado con Rioverde, al existir una protesta la solución era que yo no participara, pero la asociación potosina entonces dirigida por Don Francisco Bear le hizo ver al Sr. Bartolo Juárez entonces delegado de Rioverde que yo estaba participando en la liga de S.L.P. y de esa manera me permitieron jugar con la selección de S.L.P. y salimos campeones.

     Jugando con Santa María del Rio en una ocasión un camionero que transportaba toros de lidia de Toluca para el dueño que era Don Alejo Peralta me dijo que me fuera a probar en los entrenamientos de pasteje y acepte ir, en ese entonces eran los inicios de la academia de béisbol de Pasteje que se encontraba en los llanos cerca de Toluca, en sus instalaciones apenas contaba con unas galeras y unos catres pero en ellas estaban peloteros de toda la república, yo contaba con 17 años y lo único que me preguntaron era que de donde venía, les contesté que de Rioverde, S.L.P. y me dieron alojamiento, al día siguiente temprano como a las cinco de la mañana nos levantaron y nos enviaron directamente a las regaderas donde el agua estaba completamente helada, enseguida nos llevaban a correr por todo el llano el cual estaba lleno de ganado de Don Alejo porque siempre íbamos acompañados de unos Jeeps para protegernos. El 1er día corrimos como 20 kilómetros, ese día hasta me dio calentura, pero me dieron medicamentos para restablecerme, seguimos con ese mismo ritmo de ejercicios, pero como uno no está acostumbrado a eso aguanté solo cinco días, aun así me quedé impresionado de la logística que tenían: se tenían como a 800 jóvenes de toda la república, con instructores para cada departamento; lo único que hice fue esperar al camionero para regresarme.

     Me regresé a Santa María y seguí jugando en la liga del centro, con el equipo de la CFE, recuerdo que el líder sindical que era el que me pagaba cada domingo que yo jugaba, me ofreció trabajo en CFE con sede en Santa María, pero no me gustó el trabajo pues no hacía nada, me aburrí y mejor me regresé como machetero y a cargar camiones de madera.

     A fines del 69 mi patrón me mandó a cobrar un dinero a unos tomateros en “Estación Manuel” en Tamaulipas, llegué al lugar, me presenté y esperé a los dueños del negocio que eran de Tampico, llegaron y me liquidaron una fuerte cantidad de dinero y me la colocaron en dos morrales como los que utilizan los bancos, en ese negocio iban varios clientes a hacer negocio y observé que estaba una camioneta que venía de Valles y estaba comprando tomate, hablé con los de la camioneta y les pedí un “ride” para poder salir del rancho, aceptaron y me llevaron hasta Cd. Valles. Antes de llegar a la central me comentó el chofer que miraba como que una camioneta venía siguiéndonos, pero en eso ya estaba saliendo el autobús que me llevaría hasta San Luis, me subí rápido pero de la camioneta que nos venían siguiendo también bajaron dos y se subieron al mismo autobús, se sentaron hasta atrás, yo estaba sentado al centro del autobús, sentía miedo, por lo que le pedí al chofer que me permitiera sentarme en los asientos de adelante, aun así los dos viajeros del fondo miraban con mucho detenimiento a las bolsas que yo tenía y que las había acomodado a un lado de mis piernas, otro de mis temores era de que a San Luis íbamos a llegar como entre 12 o 1 de la mañana y sentía que ahí iba a ser más peligroso. Al pasar por Rioverde, el autobús se paró en la parada de autobuses que en ese entonces estaba en Jiménez, entre Morelos e Hidalgo, al llegar y estacionarse el chofer avisó que se iba a quedar por 25 minutos, en ese momento me llegó a la mente el quedarme en Rioverde, además tenía aproximadamente cinco años de no venir a mi tierra. Me bajé rápidamente, y como siempre que llega un autobús los taxistas están al pendiente, al bajarme yo se me acercó inmediatamente un taxi ofreciéndome sus servicios, me subí rápidamente y le pedí que me llevara a mi casa, ese taxista era Abel Moctezuma, nos fuimos platicando en lo que llegábamos a mi casa, recuerdo que era sábado y lo que hice fue llegar a dormir. Al día siguiente, como a las 8 de la mañana llegó Chon Ceballos, le pidió a mi papá que me hablara, y mi papá al no haberse dado cuenta de que yo había llegado en la noche, extrañado, le dijo que yo no estaba, pero al darse cuenta de esto mi mamá, le contestó que sí estaba, que había llegado en la noche y que estaba dormido en un cuarto del fondo. Me hablaron y me presenté con “Chonillo”, el me comentó que iba a venir a jugar un equipo de Ébano y me pedía que lo apoyara, acepté con gusto, me consiguieron un uniforme y quedé listo,  como a las 10:30 vino Víctor “El cocas” Castro por mí, jugamos el primer juego y lo ganamos, la gente del público se preguntaba que quien era yo –como yo ya tenía mucho tiempo de no andar por estos rumbos–.

     En el segundo juego se acercaron conmigo Roberto Morua y Benjamín Torres, me invitaron a jugar con el equipo de Coca Cola, yo les contesté que con mucho gusto pero que la única condición era el de que me consiguieran trabajo en el mismo lugar, quedaron pendientes de resolverme. Al siguiente lunes me fui a entregar el dinero que traía y les comenté que ya me iba a regresar a Rioverde, pues ya tenía muchos años fuera de mi tierra, permanecí todavía una semana para despedirme del equipo de la CFE jugando el siguiente domingo.


     Al siguiente lunes me presenté en las oficinas de la Coca Cola para hacer la solicitud de empleo y me entrevisté con el superintendente Sr. Abdón Lugo, y me quedé por muchos años trabajando en diferentes secciones y departamentos, empecé en producción, pasé a mantenimiento de maquinaria, fui ayudante y vendedor, fui supervisor y fui encargado del mobiliario encargándome de la mayoría de los evento de esta ciudad, trabajo al cual le entregué la mayor parte de mi vida y de la cual hice muchos amigos que hasta la fecha conservo, y la escuela que me dejaron la llevaré todo el tiempo.

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