Colaborador:
LCC. Lucas Hernández Salinas
Época prehispánica
En Rioverde también hubo juegos de pelota
Durante la época prehispánica, en lo
que hoy conocemos como el valle del Río Verde, que abarca los municipios de
Rioverde, Ciudad Fernández, San Ciro de Acosta, Lagunillas, Rayón, Cárdenas,
Santa Catarina y Alaquines, hacia el año de 500 al 1100 se desarrolló una
cultura con características netamente mesoamericanas a la que podríamos llamar
Cultura del valle del Río Verde, por su situación histórico-geográfica y que
pertenece a Mesoamérica septentrional.
En su época de mayor auge, es probable
que esta cultura contara con un sistema de irrigación a partir de las aguas de
la Media Luna; su población alcanzó a contar hasta con 15,000 habitantes, para
su sustento desarrollaban la agricultura de temporal y estaba presente la
división del trabajo; algunas personas empezaron a especializarse en la
elaboración de pipas para fumar, una planta autóctona muy parecida al tabaco
actual.
Una de las ocupaciones más importante
la constituía el comercio de cerámica, obsidiana y cinabrio, este último con
regiones dominadas por huastecos y teotihuacanos principalmente. El cinabrio es
un colorante rojizo de piedra con el que
se les daba éste color a las pirámides teotihuacanas
Las unidades habitacionales tenían por
lo común entre 35 a 60 metros cuadrados de superficie y una altura de 1.5
metros, con escalones, eran construidos con mampostería y bajareque, zacate
amasado con tierra. Los centros ceremoniales y/o administrativos eran los que
llegaron a tener la mayor altura, hasta 10 metros; éstos eran, en su mayoría,
rectangulares o cuadrados y una arquitectura más detallada.
Los juegos de pelota aparecen más
habitualmente en los sitios que comprenden 30 o más montículos, con dimensiones
de 30 a 50 metros. La longitud de la cancha era de 5 metros; la anchura era de
9.5 metros y un metro de altura de las
estructuras laterales; estos ocupaban un importante espacio en sus actividades
político-ceremoniales. Los que perdían en el juego eran sacrificados y morían
con dignidad; como en su mayor parte eran aldeas pequeñas y medianas, es poco
probable que hayan existido fuertes contrastes sociales. En cuanto a su
religión no se sabe el nombre dado a sus dioses, pero probablemente adoraban al
sol, la luna, el agua y otros elementos naturales.
Fuentes:
Cronista de la Ciudad, Ricardo
Castillo Robles
Archivo
Histórico Municipal, LCC. Lucas Hernández Salinas
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