domingo, 23 de octubre de 2016

La Sociedad Filarmónica La Armonía


La familia Cervantes Lucio trajo a Rioverde muchos beneficios, una de sus tantas obras es la mostrada a continuación:

La Sociedad Filarmónica La Armonía
L a Sociedad Filarmónica “La Armonía” fue una agrupación integrada por personas amantes de las artes, ya fuera de la música, el canto, la poesía o la retórica. Se formó a iniciativa de doña Ramona Lucio, con la finalidad de recrear a la sociedad con veladas líricas, conciertos de cámara y expresiones literarias.

La señora Lucio era pianista y trajo consigo el acervo cultural de su familia: Mis padres me enseñaron a tener gusto por lo bueno, lo útil y lo bell, -decía. En efecto, la casa de sus padres estaba amueblada con un piano en cada habitación, sus hermanos y tíos ejecutaban obras a varias manos. Algunos fueron maestros de música. Por su parte, Isidora Ortega del Villar, su madre, tocaba el piano; el más destacado, el doctor Aniceto Ortega del Villar, fue autor de óperas y marchas, entre ellas “La Zaragozana” o “Marcha a Zaragoza”, segundo Himno Nacional en el siglo xix.

Ramona Lucio, tal vez fue inspirada por la Sociedad Filarmónica Mexicana fundada el 14 de enero de 1866 por su tío el doctor Aniceto Ortega y Tomás León, quienes en compañía de otros músicos y compositores en México protagonizaron el progreso del arte musical; ella, por su parte, el 16 de septiembre de 1893, en acto solemne, fundó la Sociedad Filarmónica “La Armonía”, que fomentó la afición común de la época. Las demostraciones en casas particulares y en el Teatro Díez Gutiérrez, activo desde el 19 de diciembre de 1890.

El teatro se ubicaba en la antigua calle Del Paso del Valle, actual Reyes, a un lado del edificio que fue cárcel Distrital. Inés Verástegui refiere que era de madera con todas las comodidades y buena acústica, y el primero que se construyó, gracias a la iniciativa del agente municipal Genaro Arcos. Don Eugenio Verástegui narra:

La preparación de estas veladas era causa de ajetreo, pues todos los que debían tomar parte de ella como actores, tenían que aprender algo nuevo. Dos conjuntos de cuerdas de aficionados cubrían la parte musical del programa, los cuales interpretaban música semi-clásica, chotis, valses, danzas, contra-danzas y pasos dobles, pues como la concurrencia debía tener ciertas aficiones particulares, se debían satisfacer todos los gustos. No era todo, se hacían pequeñas comedias o sainetes, se declamaban poesías y para cubrir esta parte del programa participaban no los que supieran sino quienes quisieran hacerlo, y como se estaba en familia, quedaban bien de todas maneras y cosechaban aplausos.

Sin embargo, los participantes interpretaban sus obras con todo profesionalismo, tocaban por nota, y en poesía con cierto grado de perfección.

La entrada era gratuita, la única limitación era el cupo; los integrantes del equipo cultural no se dedicaban sólo a deleitar al público con las diversiones descritas, sino que también le endulzaban el paladar con frutas de horno, que en los intermedios repartían las muchachas en bandejas.

Tomado del libro:Los Cervantes Lucio y algunos datos de Rioverde, S.L.P. de Jose J. alvarado.

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